El sabia que por cada despedida era un reencuentro mas; por cada llanto que yo daba, el sonreía, pero parecía que no había nada sobre la faz de la tierra, que pudiera hacerme entrar en razón.
A veces por mas que suene masoquista, y de hecho cruel, es necesario tocar fondo, para poder encontrar el punto máximo del dolor, y poder entender que lo que esta pasando te hace mal; y que por mas que sigas allí, estas nadando contra la corriente; y que por mas que trates de salir de ahí; cada vez te vas mas, del tope al fondo.
Que cada vez que el vivía su vida muy aparte, yo no hacia nada por vivir mi vida con coraje.
Te entregue mi cariño, mi cuerpo y mi ser, como vos ya lo sabes. Daba mi vida por vos; y vos no dabas nada por mi.
Hasta que se acabaron las despedidas, y llego el adiós, que ninguno de los dos esperaba, pero desde hace mucho debía suceder.
El lo tomo de una forma desprevenida, el no entiende lo que esta pasando; mientras que en el hay un vacío y una duda extraña en su corazón; en el mío, hay fortaleza y seguridad.
Yo: me estaba despidiendo de el, con una duda controversial clavada en su mente. Y el: se estaba imaginando que era un motivo mas de otra nueva reconciliación...
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